¿Qué importancia tiene compararnos con los animales? Posiblemente ninguna. Sin embargo creo que algunas personas podrían ofenderse si se les recuerdan los rasgos inherentes que nos unen, sobre una delgada línea de parentesco, con las demás especies del reino animal.

Eres un animal.

No se trata de ofender nuestra propia percepción de lo que creemos ser. Escribo pensando en que por más que el transcurrir del tiempo nos aleje de una forma común con los demás seres de la naturaleza, seguimos unidos e inseparables.

Aún después de muchos años de que un valiente personaje tuviera la osadía de mostrar a la sociedad nuestro linaje común con los demás seres vivos y predicar nuestra herencia a partir de un antepasado cercano a los primates o monos; todavía aparecen pensamientos contradictorios que insinúan incluso que la especie humana es resultado de acciones extraterrestres o mágicas.

Para algunas personas carecen de validez las demostraciones y evidencias anatómicas, genéticas, embriológicas y paleontológicas, entre otras, que demuestran nuestra descendencia en la Tierra y la herencia que nos hace familiares incluso con una bacteria, un virus o una planta. Se apela aún en la era de los satélites y las naves espaciales, a explicaciones mitológicas de cómo apareció el humano en el planeta.

Negando nuestro linaje no ocultaremos el instinto y la esencia de nuestra animalidad.

Y sigo apelando a la parte racional de mi existencia para dejar evidencia de la costumbre animal y bestial que nos identifica, de perpetuar la esclavitud y la ignominia del trato cruel con los demás animales.

Es necesario e imperioso exigir la libertad de todos los seres.

Que se rompan las cadenas atadas a los pies, a las manos, a las patas, a la cintura, a la cabeza... de humanos y no humanos.

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